La Comisión Europea ha anunciado que empezará a trabajar en la construcción de una propuesta para que dentro de la taxonomía europea se incluyan, además de temas relacionados con el medio ambiente, temáticas que engloben el ámbito social y de buen gobierno

La taxonomía, aun con todas sus críticas, es una herramienta que servirá para tomar mejores decisiones y para volver tangibles elementos que hoy son absolutamente intangibles. Definir unos criterios de lo que es sostenible y lo que no es fundamental.

Por el momento, el primer avance que se ha lanzado se centra en criterios ambientales. Hasta el momento, el primer avance de la taxonomía se centra principalmente en criterios ambientales, concretamente basándose en un listado de 67 actividades que contribuyen a mitigar el cambio climático con el objetivo de conocer si un activo financiero es o no es verde. 

No obstante, la sostenibilidad es más que asuntos ambientales. Lo que ha hecho que la Comisión busque integrar en el futuro aspectos sociales y de buen gobierno.

En cuanto a los temas sociales, por lo menos por el momento, las empresas deben cumplir con garantías sociales mínimas, que en la actualidad se han definido a partir de los convenios fundamentales del trabajo de la Organización Internacional del Trabajo. Pero esto es insuficiente.

Definir un sistema de clasificación de actividades sostenibles, lo que conocemos como taxonomía, no es fácil. Es todo un reto en materia de definición pero también de su implementación por parte de las empresas. 

Con este anuncio de que a finales de año se tendrá una normativa con detalle de cómo se va a estructurar y de cómo va a funcionar la taxonomía, se quiere que las organizaciones entiendan cómo deberán reportar la información en materia de sostenibilidad.

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