Según la ONU, las ventas del comercio electrónico a nivel global, incluyendo las ventas de B2B y B2C, han alcanzado los 26,7 billones de dólares. Lo que equivale a un 30 % del PIB mundial del 2019. Una nueva tendencia de compra, derivada del COVID-19, donde han participado casi 2 mil millones de personas; y donde se maximizan las emisiones de CO2 a diario.

Como dato, según un informe de Greenpeace en China, el promedio de paquetes enviados y recibidos por persona a través de servicios de entrega urgente, fue de 36 paquetes en 2018, en comparación con el 0,01 paquetes en el año 2000.

«Estas estadísticas evidencian la creciente importancia de las actividades en línea. También señalan la necesidad de que los países y las empresas, especialmente los que están en vías de desarrollo, dispongan de esta información mientras reconstruyen sus economías y sus estrategias tras la pandemia del COVID-19«, afirmó Shamika Sirimanne, directora de tecnología y logística de la Conferencia.

¿Qué emisiones y huella ecológica genera el comercio electrónico y qué papel tienen las empresas en él?

El comercio electrónico no debería de ser más contaminante que el comercio tradicional en tiendas físicas. Pero, a la práctica, lo es en función de cómo lo llevamos a cabo.

Según Greenpeace, la compra online es eficaz si el cliente tiene que recorrer una distancia significativa para ir a la tienda (más de unos 15 km). En caso contrario, es mejor ir directamente a la tienda.

¿Qué pueden hacer las empresas para evitar emisiones derivadas del comercio electrónico?

Los envíos de entrega rápida e instantáneos son dañinos para el planeta. Antes de que existiera esta opción, las entregas solían hacerse en grandes cantidades. Ahora, para poder entregar los pedidos al día siguiente, se necesitan tres veces más de mensajeros y de vehículos. Evitar la entrega de paquetes instantáneos, evitará emitir gases innecesarios. Así, como alternativa, se puede incentivar al cliente a que vaya a un punto de recogida general a buscar el pedido.

Además, las empresas deben evitar usar embalaje innecesario, incentivar a los usuarios a comprar productos de segunda mano, evitar devoluciones y vender a usuarios cerca de nuestras tiendas para no tener que desplazar mucho el producto.

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